Siempre habrá conflictos entre humanos. Es inevitable. Sin embargo, las personas y los grupos pueden aprender a prevenir que dichos conflictos se vuelvan destructivos. Para ello, es necesario participar en la construcción de una cultura de paz.
Las Naciones Unidas definen la cultura de paz como «un conjunto de valores, actitudes, comportamientos y estilos de vida que rechazan la violencia y previenen los conflictos atacando a sus raíces a través del diálogo y la negociación entre los individuos, los grupos y los estados». Es un estilo de vida que atañe no solo a las personas, sino a los grupos y las naciones.
El conocimiento del otro
Uno de los principios fundamentales es tener un conocimiento adecuado y correcto del otro.
En una visión limitada: Solo se conocen algunas facetas de la otra persona o grupo. Por ejemplo, solo se sabe que escucha determinada música, rock, por ejemplo, pero no se sabe que es un voluntario en un programa de alfabetización.
En una visión distorsionada: Se ha recibido información falsa de la otra persona, o se magnifican sus rasgos negativos y se minimizan los positivos. Por ejemplo, como escucha rock, se dice que también consume alcohol y va a un culto secreto.
Las herramientas indispensables para el conocimiento del otro son:
Desarrollar las habilidades para el diálogo.
Eliminar las prácticas personales y grupales de crear y compartir prejuicios.
Si se piensa o teme algo de alguien, acudir primero a esa persona.
Desarrollar actitudes de empatía y, por tanto, disminuir el egocentrismo.
La memoria y la historia
Saber lo que el otro ha vivido, sus conflictos anteriores, decepciones, traumas y expectativas, permite tratarlo con más consideración y puede, si no evitar un conflicto, sentar las bases para una buena negociación. Por ejemplo, ante una disputa laboral, no se puede esperar la misma respuesta de alguien que vivió en un hogar en el que se practicaba el diálogo a quien experimentó un ambiente de violencia.
La educación
El conocimiento del otro, la formación de la memoria y el estudio de la historia de los demás se ve potenciado a través de la educación. En este caso, no solo se entiende por educación el saber fechas de acontecimientos históricos o cómo funciona la mente humana en situaciones de estrés.
Educación implica el desarrollo de las habilidades para vivir en sociedad, de la competencia ciudadana, es decir, el conjunto de
capacidades que hacen que una persona piense y actúe como un ciudadano, en beneficio de los demás y de si mismo Implica el fortalecimiento de la tolerancia, la asertividad y las capacidades de comunicación, diálogo y negociación.
El respeto es el miramiento, consideración o deferencia con que se trata a las personas. Implica una serie de actitudes y acciones hacia los demás:
Actitudes:
Considerar que los demás merecen un trato digno.
Valorar las acciones de los otros.
Pensar que todas las personas tienen el mismo valor.
No hacerse la idea de que los otros actuarán como nosotros queremos que lo hagan.
Considerar que el espacio en el que se vive es compartido con otras personas y seres vivos.
Acciones:
No pedir que los demás hagan lo que yo no quisiera hacer.
Usar palabras que demuestren aprecio, como pedir permiso, agradecer, saludar, etc.
No ofender, menospreciar, humilla o avergonzar a alguien.
Cuidar a las personas, los animales el medio ambiente y la naturaleza en general.
El respeto entre personas implica un acto que debería ser mutuo. En las relaciones humanas contiene dos dimensiones: otorgar respeto y ganarse el respeto. Esta segunda dimensión puede prestarse a malas interpretaciones y prácticas.
Relación entre el respeto y la aceptación
Si el respeto es mostrar o recibir consideración, la aceptación es actuar en consecuencia. En otras palabras, si el respeto se basa en que, aunque somos diferente te tengo consideración, con la aceptación se pasa a la práctica: te acepto como diferente y actúo considerando esto. Aceptar al otro es renunciar a todo intento d querer moldear a los demás al gusto propio. Realmente no aceptar al otro tal como es da origen a muchos potenciales conflictos:
En la familia: Los hermanos son personas diferentes. Se debe aceptar sus particularidades. Es un error estar comparándolos.
En el noviazgo: Optar por hacer pareja con alguien implica conocer su historia, sus relaciones pasadas, y su realidad actual y aceptarla
En el trabajo: Muchas veces no se pueden escoger a los compañeros de trabajo. Si son serios, exigentes o haraganes. Hay que aprender a trabajar juntos.
En una sociedad en la que con frecuencia se presentan
conflictos, el diálogo es la mejor herramienta para prevenirlos o superarlos y
promover la convivencia. Implica una actitud de respeto y consideración por el
otro, así como la convicción de que es posible solucionar los desacuerdos
mediante el razonamiento y la comunicación.
El diálogo a tiempo permite que las personas expresen los
malestares y que el conflicto sea abordado en sus fases iniciales. No obstante,
se vuelve indispensable para terminar conflictos que han causado mucho daño,
más que la mera conversación, es el encuentro de personas, de sus ideas,
proyectos, sentimientos, valores y temores. Por ello, requiere de:
Habilidades
verbales: Hay que saber qué se quiere decir y seleccionar las
palabras adecuadas. No es lo mismo estar molesto que indignado, o
desesperanzado que nostálgico.
Empatía: Se
debe saber compartir los sentimientos; en primer lugar, tener la habilidad
de comprender lo que el otro siente, ponerse en su lugar
Asertividad: Se
debe ser capaz de decir lo que se siente y se piensa, con sinceridad,
pero sin herir o dañar a la otra persona. Es llevar de la mano la
franqueza y el respeto
Compromiso: Procurar
que lo que se diga, se prometa o se acuerde, se lleve a la práctica. Es
dotar a la palabra de confianza.
Recomendaciones prácticas para el diálogo:
Promover
la confianza a través del contacto visual.
Concentrarse
en lo que está diciendo la otra persona y evitar dar nuestra opinión.
Situarse
a una distancia apropiada con una actitud de escucha.
Evitar
gestos nerviosos y distractores.
Asentir
con la cabeza para que el interlocutor se dé cuenta de que estamos
siguiendo su conversación.
Evitar
interrupciones como contestar el teléfono o atender a otras personas
simultáneamente.
Usar
palabras para estimular la conversación, como: «continúa, qué más...».
Hacer
preguntas que aclaren determinados aspectos.
Parafrasear
para que el interlocutor sienta que estamos captando la esencia de lo que
quiere transmitir.
Evitar,
en todo momento, juzgar, evaluar o descalificar al interlocutor.
La colaboración.
Etimológicamente, colaboración significa laborar, trabajar en grupo, o un trabajo o actividad que se hace en compañía de otros. No es el mero apoyo o ánimo que viene de fuera, sino que alguien se ha puesto a trabajar junto a otra persona.
La colaboración implica:
Una
meta común, que no solo se establece, sino que se siente como de todos
Un
esfuerzo compartido y coordinado.
Una
actitud de apertura a los demás, a sus ideas y proyecciones.
Compartir
las consecuencias del trabajo, sus éxitos y fracasos
Una persona con ubuntu es abierta y está disponible para los
demás, respalda a los demás, no se siente amenazada cuando otros son capaces y
son buenos en algo, porque está segura de sí misma, ya que sabe que pertenece a
una gran totalidad, que se decrece cuando otras personas son humilladas o
menospreciadas, cuando otros son torturados u oprimidos.
¿Para qué puede servir colaborar ante un conflicto?
En caso de conflicto intragrupal: Permite
conocer las condiciones que lo generaron, porque dentro de los mismos
integrantes están quienes han influido en su origen y, a la vez, están quienes
pueden colaborar para encontrar una salida creativa y adecuada
En caso de conflicto intergrupal: No para
conspirar contra s oponentes, sino para tener una mayor variedad de ideas de
cara a la solución, Además, en una etapa del abordaje del conflicto, el
oponente se convierte en un colaborador para la resolución.